La Finca, completamente renovada según la tradición ibicenca, tiene casi dos siglos de antigüedad, encarnando todos los códigos de la arquitectura de ibicenca: gruesos muros de piedra seca, encalados, que parecen vivos, todo a escala humana y lleno de buenas vibraciones. Un auténtico palacio payés compuesto de doce habitaciones, cada una con su encanto singular y una terraza privada.
A lo largo del exuberante jardín, uno se encuentra con una piscina, luego otra, una pista de tenis (iluminada de noche para ser disfrutada por la noche durante la temporada cálida), una terraza de yoga, una yurta, una caravana de los años setenta llena juegos para niños, un huerto aromático junto a la cocina, un columpio, un gallinero, más otro huerto de permacultura, todo ello adornado naturalmente por cientos de flores y árboles: higueras, palmeras, rosas, olivos, encinas, campos de cosmos, alcachofas, árboles de pimienta, sabinas, pinos piñoneros, pinos negros y pinos marítimos, cactus, limoneros, naranjos, viñas, aguacates, buganvillas, almendros, albaricoqueros, granados, glicinias, gramíneas...
